viernes, 12 de mayo de 2017

Fin de la semana 19, año 2017


El martes 09/05 fue mi segunda consulta con Alice, mi nueva doctora. Es fantástica, bonita, agradable, se está muy a gusto con ella. Es como una amiga con quien te sientas a tener una conversación pero con el toque de un profesional de la salud mental. Me siento en confianza con ella, es como estar en un confesionario pero sin que te pongan a pagar penitencia a partir de los juicios que se pudieran levantar. Nada más de imaginarme la cara de un cura en un confesionario si le contara todo lo que le cuento a Alice creo que me mandaría de penitencia a hacer el camino de Santiago ida y vuelta gateando y sin parar. Imagino que rezando el rosario. La imagen es muy graciosa. En fin, me está yendo muy bien con ella.

Acá en mi país estamos en guerra. No declarada pero guerra al fin. La escasez de comida y medicinas es inmensa. La inseguridad te persigue como un monstruo de tres cabezas. Hay protestas y represión todos los días y todos los días hay muertos y heridos. Los ataques a los centros de salud como hospitales y clínicas es terrible, una tristeza muy grande. El martes mientras estaba en consulta en un lado de la ciudad, del otro lado se reprimía a los manifestantes con gas lacrimógeno, perdigones, balas redondas de plomo, agua a presión, armas largas a disparar a quema ropa y quién sabe qué más. Resistencia, esa es la consigna. Luchar y resistir es lo que nos queda. Para los que están en las calles soportando la represión, para los que van al frente de cada batalla, para las familias que ya no verán a sus hijos volver a casa, mis más sinceros y profundos respetos.

Cada quien va aportando lo que puede desde su pequeña parcela. En mi caso, que trabajo en el sector salud, mi aporte es asegurar que lleguen a los centros asistenciarios los insumos que estén disponibles. Suena simple, pero es algo sumamente complejo dentro de esta crisis que estamos viviendo. Sólo salir de casa y volver es ya un riesgo. Luego está todo lo que implica mi trabajo: compras, ventas, manejo de materiales, control de inventarios, relaciones comerciales con proveedores y clientes nacionales e internacionales, traslado de materiales a nivel nacional, manejo de empleados, y varias cosas más . A veces los insumos no llegan pues “se pierden” los camiones en el camino. No puedo faltar a mi trabajo, es la única fuente de ingresos que tengo y es con lo que cuento para mantener a mi familia. Estamos viviendo un infortunio enorme.

Cambiando el tema, no recuerdo si ya he dicho en alguna otra entrada lo mucho que me gusta estudiar. Es fascinante para mí, y si llego a ser la primera de la clase entonces se vuelve alucinante! Hace unos meses me dijeron en mi trabajo que estaba postulada junto con otra compañera a un curso de especialización profesional en un instituto de estudios superiores de prestigio internacional que tenemos por acá. Si estudias allí, ningún país te va a pedir acreditaciones adicionales. De hecho, vienen personas de otros países a cursar sus estudios superiores gerenciales en ese instituto. Un comentario: es cariiiiiiiiiiiiiisiiiimooooooo. Casi que yo no lo podría pagar. Que nos hayan postulado a nosotras dentro de una empresa de mil empleados es algo que nos llena de alegría, orgullo y satisfacción. Y quiero cursar más estudios ahí! En aquel momento cuando se lo comenté a mi pasivo agresivo, no lo tomó muy bien. Me dio toda una charla sobre personas que no han estudiado nada y son exitosas en sus propios negocios, que trabajar por un salario y encima en moneda local no es nada rentable; una pérdida de tiempo. Dijo que él respeta a las personas que les gusta estudiar pero que eso al final no lo es todo. Sacó el ejemplo de obreros que ganan más que yo sin haber estudiado ni la cuarta parte de lo que yo he estudiado y de personas que nunca pasaron de la escuela primaria y son dueños de grandes negocios. Por eso es que yo siempre he defendido la idea de que mientras más se espere de alguien, más susceptible se es de ser lastimado. Claro, yo esperaba que mi pareja estuviera orgullosa de mí ¿fue una expectativa muy grande? Creo que no, pero bueno tal vez sí. Depende de quién sea la percepción. Un tiempo después me dice muy alegre que se interesó en un diplomado de programación neurolingüística (PNL) que vio publicitado en el periódico y que le gustaría hacerlo porque podría servirle para todos los aspectos de la vida pero que tenía que ver bien lo de los horarios porque si las clases fuesen un fin de semana significaría menos tiempo para vernos. Claro, pensé yo, claro. Mis cursos de alta gerencia no fueron merecedores de tanto entusiasmo o al menos de orgullo por el logro, todo es cuestión de percepciones y de prioridades de cada quien. ¿Qué pienso yo del PNL? Que la tendencia es que poco a poco está siendo desplazado por otras corrientes y que en los modelos organizacionales cada vez se le está dando menos peso, o al menos es mi experiencia de observación en mi campo. ¿Iba yo a decirle eso y cortarle su entusiasmo? No, claro que no.

Hoy por un momento casi casi que le suelto todo lo que pienso al respecto. Ayer y hoy finalmente fueron mis clases. Ayer fue un día extraordinario, las clases son fantásticas. La dinámica es muy fuerte y exigente, los temas son complejos y densos y hay que estar muy enfocado porque todos los ejercicios son en red en tiempo real y todo muy cronometrado. Yo como pez en el agua, feliz de enfrentarme a lo desconocido y digerirlo hasta aprenderlo y aplicarlo. Por supuesto que a pesar de todo eso, no estuve desconectada del todo de mi pareja. Igual le escribí en la mañana y luego apenas tenía un tiempito al momento de los refrigerios también le escribía. Me preguntó luego cómo me había ido y le dije lo que acabo de escribir que todo un mundo fascinante. ¿Su respuesta? “No vayas a olvidarte de mí por tus estudios” (hasta ahí no me lo había tomado a mal) luego me pidió disculpas por haber dicho eso y me explicó que no fue él sino sus miedos de perderme los que hablaron, que ni él ni nadie puede detenerme a hacer cosas que ya he decidido, que todo debe fluir, que si yo descuido la relación o algo cambia pues es algo que puede llegar a suceder, porque todo cambia. Tuvimos una larga conversación no muy productiva desde donde lo veo, es mi percepción. Me fui a dormir con un sentimiento muy raro que no sabría describir. Como todas las noches, le pasé el mensaje de buenas noches. Lo usual es que lo responda, a veces estoy despierta para leerlo y otras veces ya lo veo en la mañana. Es como nuestro ritual. Pues esta vez, ni siquiera leyó el mensaje! Cuando me desperté y me di cuenta pues me preocupé. Y me preocupé porque él se había sentido un poco mal de salud en estos días y me preocupé más porque su papá está muy mayor y muy delicado y ya han pasado algunos sustos. Lo primero que me pasó por la cabeza es que algo había pasado. Le volví a escribir en la mañana, con el mensaje de buenos días y preguntando cómo estaba y lo preocupada que me sentía. No lo leyó. Mi preocupación aumentó. Ya yo estaba en el instituto, la angustia y la preocupación no me permitió enfocarme en las clases, perdí tres ejercicios y parte de una explicación. Cuando finalmente me respondió, me dice que es que estaba viendo cosas en youtube y el teléfono nunca le señaló que tenía un mensaje y ya luego asumió que yo no le había escrito y él no lo hizo para no despertarme. Mi percepción es que es un argumento bastante contradictorio, además que no cuadra para nada con nuestro “ritual”. Mi percepción es que lo hizo a propósito porque sabía lo mucho que me iba a afectar y así sabotearme mi día de estudios. Mi percepción es que no somos unos niños ni unos adolescentes para andar con estas estupideces. ¿Estoy exagerando? ¿Son mis paranoias? ¿Es que mis pensamientos se están acelerando? La consecuencia fue que casi no pude emparejarme con la clase pero el profesor se acercó a preguntar si algo me pasaba, le dije que un tema personal que me perturbó y para mi sorpresa me dijo que siguiera adelante y que al terminar me iba a dar tiempo de completar lo que me faltaba porque tenía tiempo que no veía a un estudiante que superara sus expectativas. Con semejante comentario no lo podía defraudar. Al final, cuando nos entregó los certificados, dijo textualmente dirigiéndose a mí: “Quiero felicitarte efusivamente”. ¡La gloria pues! Me sentí muy feliz, orgullosa de mí misma, con ganas de seguir cosechando triunfos como ese y me importa una mierda si me hago o no me hago millonaria con lo que sea que me dé la gana de estudiar y si hay millones de obreros en el mundo que ganen mucho más dinero que yo. No me importa.

Lamentablemente, llegué tarde para comer a mi trabajo. Hoy era la celebración anticipada del día de las madres, que es el domingo, y me perdí la fiesta. Me guardaron comida y mis obsequios. Yo quería estar en la celebración, comer con mis compañeras más cercanas, tomarnos fotos, todo lo que implica un evento. Cuando llegué ya el salón estaba completamente solo. Una amiga me esperó, no fue a la celebración por esperarme y me tocó esa fibra que te conmueve. Los empleados del comedor, que siempre comen de último y cuando todos ya se han ido, nos sirvieron la comida y les pregunté si podíamos unirnos a su mesa, muy tímidamente dijeron que sí y así fue mi almuerzo del día de las madres. Al final, aunque no era lo que hubiese querido, me sentí bien. Me conmovió mucho el comentario de los empleados cuando me dijeron que nunca un ejecutivo de la empresa se había sentado a comer con ellos, no sabía que algo tan simple fuese tan importante para ellos. Y más cuando me dijeron “Ud. es siempre tan amable y especial con nosotros”. De nuevo las percepciones haciendo de las suyas. No sabía que tenían esa impresión de mí. Les agradecí el gesto y el comentario y para romper un poco la sensibilidad del momento les dije: le sirvo las bebidas y ya saben, no me dejen nunca sin postre. Risas, y a comer!! Al final mi amiga me dijo, ¿viste? Eres muy querida. Hasta ese instante, no había pensado en mi pasivo agresivo. Es decir, entre el momento en que el profesor me felicitó y el momento en que terminé de comer pasaron tal vez unas dos horas. Dos horas sin haber pensado en él. Dos horas en que, si las evalúo ahora, estuve bien pero con una especie de vacío y decepción que sólo detecté con el comentario de mi amiga. Pues si él hubiese estado ahí, estoy segura que no hubiese dicho lo mismo.

Lo que mi pasivo agresivo no está viendo, es que poco a poco he empezado a desprenderme. Y no se lo pienso avisar.

Me siento rota por dentro.

Hoy es noche de benzodiacepinas.

Mañana lo veré.

El domingo es el día de las madres.

No quiero tener expectativas.

1 comentario:

  1. Hola, acabo de encontrar tu blog y me parece interesante.
    Me gustaría comentarte tantas cosas, pero no creo que deba hacerlo.
    Solo felicitarte por tus estudios (aunque quizá ya los hayas terminado...).
    Un abrazo y seguiré pasando por aquí

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